miércoles, 28 de abril de 2010

UNA CUESTIÓN DE IMAGEN

(Artículo publicado en Viva Jerez el 29/4/2010).- De este año no pasa, me dijo convencido. Había aplazado en demasiadas ocasiones su visita a Jerez, y este año la cita era obligada. Le había contado tantas cosas sobre nuestra Feria del Caballo, sobre las bondades de esta tierra del sur del sur, de la hospitalidad y la simpatía que nos caracteriza, del buen vino y la mejor gastronomía, de la vistosidad de las casetas y del Paseo de Caballos que finalmente decidió venir el fin de semana con su familia. Te vienes a casa, le dije. Y dicho y hecho. El viernes por la noche llegó por fin a Jerez con su mujer y sus dos hijos. Al día siguiente, a mediodía, nos dispusimos para ir a la Feria… andando. Había huelga de autobuses y solo circulaban los servicios mínimos, por lo que conseguir un taxi era tarea imposible. ¿Vamos en coche?, me preguntó. Le expliqué que aparcar un sábado de feria junto al González Hontoria era una odisea y que si encontrábamos un aparcamiento sobre una acera o en una mediana corríamos el riesgo de ser multados por la Policía Local, por aquello de la huelga a la japonesa.

Una hora después, llegamos a la Feria. Se quedaron boquiabiertos al ver la portada. ¡Qué maravilla!, dijeron. Pero cuando nos acercamos percibimos un penetrante olor a podrido. Cientos de bolsas de basura se apilaban en el Real. Papeles, bolsas y botellas daban una imagen penosa del recinto ferial. La huelga del servicio de limpieza, les dije disculpándome. Se marcharon al día siguiente, y aún tuvieron que aguantar media hora más, ya que fueron “requeridos” por la Policía Local a un control “rutinario” de alcoholemia. La sonrisa que se me quedó al despedirlos era una máscara que ocultaba mi vergüenza y mi sonrojo por la imagen que se habían llevado de Jerez. Y como ellos, miles de visitantes que probablemente nunca volverían a la ciudad. Y pensé en las familias que necesitan trabajar en Feria para poder sobrevivir buena parte del año, en los hoteles, restaurantes, bares y tiendas que hacen su agosto en pleno mes de mayo. En el paro que nos azota y en la imagen que proyectamos en un turista que llega dispuesto a gastarse su buen dinero en la ciudad. Y pensé que no hay derecho y que sin ánimo de entrar en el fondo de las cuestiones laborales (son muy respetables), creo que deberíamos cuidar más las formas.

Pero, tranquilos. Lo que les acabo de contar aún no ha pasado. Sí es cierto que esa familia de la que les hablo vendrá el fin de semana de Feria. Y como ella, centenares llegadas de todo el país y de parte del extranjero. Y ahora díganme. ¿Merecen tener esa “acogida”?. Espero que no se me caiga el alma a los pies y la cara de vergüenza. Nos jugamos el futuro y no estamos precisamente para jugar con las cosas de comer. (A quien corresponda)

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