miércoles, 1 de febrero de 2012

MAESTROS LIENDRES


(Artículo publicado en Viva Jerez el 2/2/2012). 
Para amar y para odiar hay que conocer. Esta frase, que alguien me dijo un día, la intento llevar en mi mochila cuando viajo por esta senda que llamamos vida. Criticar a alguien o algo es relativamente fácil. Alabarlo gratuitamente también. Lo realmente difícil es hacerlo con propiedad, con argumentos. Y para eso, considero fundamental ahondar previamente en la cuestión, estudiar, preguntar, indagar hasta tener una opinión firme. Así, y sólo así, con una base sólida, se podrá rebatir cualquier argumento que ensalce o ponga en solfa a alguien o algo. Como observo que algunos de mis lectores se preguntan a dónde quiero llegar con esta perorata, les pondré algunos ejemplos que, a buen seguro, les serán familiares. 


¿Reconocen, por ejemplo, a ese tipo que asegura que fulanito o fulanita tiene un amante, o que menganito es maricón  porque me lo ha dicho alguien de confianza que no puede decirnos quién es?. ¿O a este otro que habla de la política nacional sin haber leído nunca un periódico o escuchado un informativo?. ¿Tal vez identifican a ese que se permite el lujo de hablar a favor o en contra del Opus Dei sin saber quién fue Escrivá o qué era eso de “Camino?”. Lanzan calumnias, esgrimen opiniones y defienden posturas sin haberse parado siquiera a conocer el fondo del asunto. Cuando observo a muchos opinar con supuestos argumentos sobre técnicas de fútbol sin haber leído ni estudiado nada sobre el asunto, sobre la lucha de clases y el comunismo como salida a todo sin saber qué escribió Engels o Trosky sobre el particular, sobre la cultura egipcia sin saber quién fue Ramses o qué es eso de Keops, o sobre El Quijote sin haber pasado de la primera página porque me han dicho es un tocho de aúpa, me da desazón. En este país todo el mundo sabe de todo. Así nos va. 


El otro día oí a alguien que conozco criticar las formas y la filosofía de un determinado colectivo. Cuando le pregunté porqué tenía esa opinión tan contraria me argumentó que “porque todo el mundo que conozco dice que es mala”. Intentaba sostener una opinión con retazos que había hilado oyendo hablar a otros que tampoco conocían de la misa la media. Retazos deshilachados, sin ton ni son, que me lanzaba a diestro y siniestro cuando intentaba argumentarle lo contrario. Terminé por no discutir con él. En el otro extremo están aquellos que hablan a favor de algo o alguien sin conocer las razones que le avalan. Sencillamente porque queda bien o porque todos los que conoce hablan bien de ese alguien o algo. Ni una cosa ni otra. Maestros liendres que pululan sin nada en la mochila y elevando el tono de la conversación para intentar convencernos de esa manera porque con la razón que dan los argumentos sólidos, nada de nada. Para ellos esta frase que alguien me dijo un día: Para amar y para odiar hay que conocer.

1 comentario:

  1. Con los licenciados en "Todología",lo mejor es no discutir, nada hay tan atrevido como la ignorancia....

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