miércoles, 6 de febrero de 2013

TABANCOS


(Artículo publicado en Viva Jerez el 7/2/2013)
Me gusta la palabra “Tabanco”. Es jerezana y me suena a solera, a vino y trasiego, a cante por bulerías al compás de unos nudillos que golpean un ajado mostrador de madera. A la cultura de un pueblo, el jerezano, que une genio y arte, cadencia y alegría. Acostumbraba, en mis tiempos mozos, a recorrer uno a uno los viejos tabancos de Jerez. Acompañado de mi fiel amigo Pedro, establecíamos una ruta por esos sugestivos refugios de nostálgicos por donde parecía que nunca pasaba el tiempo y en los que se bebía vino a granel, servido en “vasos o vasucos” directamente de la bota acompañado con queso, sardinas en salazón y arencones en papel de estraza. Recuerdo “La golondrina”, en la barriada de La Plata; el tabanco de los Páez, en la calle Juan de Torres; los “Pare y Beba” que proliferaban por toda la ciudad; los tabancos de Antonio Martín “El Nono” y “El Gallego”, en San Agustín; “La pandilla”, en calle Valientes; “El guitarrón” en calle Doctrina; el Tabanco “Eloy” en la calle Bizcocheros; y decenas más de unos despachos de vino que en otros lares denominan tascas, tabernas o cantinas. Pero permítanme que hoy me centre en los únicos que, como tales y guardando la esencia del pasado, quedan abiertos en la ciudad. “El Pasaje”, en calle Santa María y “San Pablo” en la calle del mismo nombre. 

El primero continúa fiel a su tradición centenaria despachando el vino (por cierto que tienen un palo cortado de Maestro Sierra y un amontillado de Viña La Constancia… de impresión, oigan) acompañado de alguna tapa de queso, chacinas o frutos secos. El buen flamenco, el de aquí, es otro sugerente atractivo con el que nos deleita periódicamente este tabanco con sabor y olor a Jerez. El segundo  (que muchos siguen denominando Tasca San Pablo, en vez de Tabanco) es uno de mis lugares de culto enológico y de charla animada con mis amigos de siempre. Un amontillado, acompañado por unas aceitunitas y unos cacahuetes, me hacen revivir cada vez que me adentro en este establecimiento mientras observo sus carteles de toros y sus anuncios de unos vinos que ya desaparecieron en la noche de los tiempos. A Jesús te lo encuentras en ocasiones detrás de la barra, sirviendo animadamente un “vaso” o una tapita de chicharrones. Otras, charlando con sus clientes/amigos al otro lado.  Jóvenes y mayores deambulan cada día entre los bancos de madera vieja, mientras las palomas entran y salen con un medido descaro a la caza de algún resto de cacahuete en el suelo y un tímido rayo de sol se cuela en el interior. 

En Jerez, de un tiempo a esta parte, han aparecido otros como el Tabanco Plateros, La Bodega, La Sureña, San Pedro o el que próximamente abrirá sus puertas en la plaza Rafael Rivero: el Tabanco de mi buen amigo César. Me alegra el renacer de estos lugares de culto tan jerezanos y que, además, el Ayuntamiento los haya apoyado dando un paso adelante y fomentando una interesante ruta por ellos. Yo me apunto el primero. Mi amigo Pedro, seguro que me acompaña… 

1 comentario:

  1. Desde Jerez Sin Fronteras nos apuntamos vosotros/as también al renacer del Tabanco, al renacer de la cultura desde Jerez ;)

    ResponderEliminar