miércoles, 5 de junio de 2013

LA DIETA

(Artículo publicado en Viva Jerez el 6/6/2013)
¡Ya estamos a 6 de junio!. En poco más de dos semanas llega el verano y con él, la playa. Y con la playa, los bañadores y los bikinis que dejan al aire nuestros orondos cuerpos a la vista de todos. Para muchos, el objetivo es llegar al verano luciendo palmito. Un deseo que, personalmente, me produce desazón y angustia cuando bajo la vista y compruebo la cruel realidad: esa barriguita cervecera que me desafía altiva. La miro y me mira. Me acompaña allá donde voy recordándome las cervecitas y las tapitas que me tomo un día si y otro también con mis titos Perico, Emilio, Sergio, Gregorio and company. A veces inspiro aire profundamente encogiéndola, aguantando la respiración y, cuando creo que ha desaparecido, vuelve a asomarse arrogante. Es entonces cuando pienso en la playa y en la piscina. Todos los años me pasa igual. Tengo la sensación de que todo el mundo me mira la barriguita cervecera y sonríe al verla. 

Por eso, les tengo que confesar que haré propósito de enmienda y trataré de rebajarla en las próximas semanas. Coincidirán conmigo en la dificultad que supone seguir los dictados de una moda que nos llega impuesta desde vaya usted a saber dónde. Pero lo cierto es que todos caemos en la misma trampa e intentamos rebajar esos kilitos de más como buenamente podamos. Muchos acuden a los gimnasios, que dicho sea de paso, hacen su agosto en pleno mes de junio. Otros, como el que suscribe, intenta hacer deporte al aire libre y correr por la ciudad.  Pero un día por una cosa y otra por otra... Lo cierto es que intención, lo que se dice intención, la tengo… pero se queda ahí. Alguna vez me he armado de valor y he ido a correr, pero al ratito observaba cómo me adelantaba mi propio corazón que, poco antes, se me había salido por la boca. Incluso los grupos de mujeres que pasean por la Ronda del Colesterol me pasaban por la derecha y por la izquierda.

En fin, que le voy a declarar la guerra a la grasa y al chocolate. Declaro públicamente que beberé agua y zumo a partir de hoy. La ensalada, la sacarina, la manzana a media mañana, las tortitas de arroz y las barritas dietéticas formarán parte, desde hoy mismo, de mi despensa. Haré deporte e intentaré no dormir la siesta (que dicen que engorda una barbaridad). No cenaré más que un vaso de leche desnatada ¿Se pueden creer que me está dando una bajada de tensión con solo pensar en todo esto?. Bueno, debo terminar este artículo. Son las tres de la tarde, y el Papa Francisco ya bebió. Me voy, que me ha llamado mi amigo Perico y me espera en cinco minutos en la Tasca San Pablo, que ponen unos chicharrones que no se los salta un torero... Creo que mejor dejaré para mañana la dieta. Y es que como dice el refrán “No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”, o algo así…


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