miércoles, 10 de febrero de 2016

EL DÍA DE LA MARMOTA

(Artículo publicado en Viva Jerez el 11/2/2016)
Allí estaré. Colgué el teléfono. Bajé las escaleras de dos en dos y, ya en la puerta, salí flechado hacia la moto. Había tiempo. El director me había citado a las 12.30 y en el Ayuntamiento aún no habían tocado las doce campanadas. Calculé diez minutos para llegar a la moto y otros diez para llegar a su oficina. Siempre es mejor, pensaba, llegar antes a una cita que retrasarse. En fin, iba con esos pensamientos cuando me para mi amigo Perico. Tito ¿qué tal el finde? Bien, Pedro. Ya sabes, cargando las pilas y bla, bla, bla… Pero, perdona, tengo prisa. Una reunión muy importante. En ese momento, las doce campanadas ¿Nos vemos a las tres para tomarnos un oloroso? Venga, hablamos. Lo dejo atrás y a cinco metros alguien me sujeta del brazo. Javier, un amigo madridista hasta las cejas. Esteban, vaya con el Madrid ¿Viste a Ronaldo cuando cogió el balón y bla, bla, bla…? Que si, que Cristiano es un crack, pero Javi, lo siento, tengo prisa… Y qué me dices del entrenador cuando… Lo siento, tío, no puedo, de verdad. Lo dejé con la palabra en la boca. Miro el reloj. Las 12.05. 

De repente caigo. Me palpo el bolsillo y… ¡Olvidé las llaves de la moto en mi despacho! Miro al cielo y vuelvo sobre mis pasos. Javier, que me ve, se acerca de nuevo. Y lo de Benzemá ¿qué me dices? Javi, que sí, que ando liado… Lo dejo atrás hablando solo. A 10 metros, Perico, otra vez. Tito, a las tres no puedo, mejor a las tres y media. Que si, luego te llamo. Llego al despacho. Escalera pa arriba, escalera pa abajo. Las 12.20. Vuelta a empezar. El día de la marmota. Perico otra vez diciéndome no sé qué de la hora, Javier que si el Madrid adelantará al Barça… Y yo, a lo mío, con las llaves en la mano sin atender a nadie. De repente un joven con carpeta me para para hablarme de no sé qué asociación ecologista y firma aquí que vas a contribuir a salvar el planeta, y a las ballenas… Lo siento, tengo prisa. Finalmente llego a la moto. Las 12.45. Me pongo el casco y suena el móvil. Mi padre. Debe ser importante. Me quito el casco. Dime ¿Papá? ¿Papá? Falla la cobertura. Cuelgo. Lo llamo. Comunica. Debe estar llamándome. 

No puedo esperar más. Me pongo el casco. Arranco la moto. Suena el móvil. Mi padre. Apago el contacto. Me quito el casco ¿Si? Ahora sí, me dice. Es que mi móvil falla y lo tengo que llevar a la tienda porque bla, bla, bla… Papá, perdona tengo prisa ¿Cómo? Se va la cobertura. Que llego tarde y… ¿Cómo? Que después te llamo. No me entero de nada. Cuelgo. Las 12.50. Como pronto llegaré media hora tarde. Suena el móvil, es mi mujer. Dime que llego tarde. No, que ha llamado el director y que te cita para mañana la misma hora. Vuelvo al despacho y otra vez la letanía del ecologista, de Javier y de Perico que si las ballenas, el Real Madrid y a qué hora nos tomamos la copita. Suena el móvil. Mi padre. Suspiro, miro al cielo mientras suena una campanada en el reloj del Ayuntamiento.  

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